viernes, 7 de septiembre de 2012

9) Episodio 8. Descubrimiento de la circularidad del tiempo.

(Viene de Episodio 7. Nicolás contra los terceros, o de cuando se adelantó el final de la obra.)




Episodio 8. Descubrimiento de la circularidad del tiempo.
         Nicolás se despierta una tarde, grita Viva la Libre empresa, y –con esa sensación de hastío tan Aristopop- toma el celular más cercano que tenía, un Smartphone, para consultar en su pantalla las noticias del momento, puesto que el control remoto del televisor se avistaba distante, sobre la mesada de la cocina. Al consultar las noticias en el portal Infobae Nicolás nota que la noticia principal aparecía como un Deja Vu: “Astrólogos aseguran que comenzó la Era de la Boludez”.
         En ese momento vuelvo a ser Nicolás, y pienso: “A esto ya lo viví”. ¿Estaré nuevamente en aquél día en que se fue la protagonista? Ella no está, evidentemente. Pero está Borges, con seguridad. Puedo consultarlo. Me arrodillo, abro a Borges, y de sus entrañas puede leerse que hay una cierta relación entre el libro y la arena, porque ni el libro ni la arena tienen principio ni fin. ¡Maldito Borges! ¡Escondiste el secreto! Para encontrar a la protagonista no hace falta llegar al final, deduzco. Porque el final no existe, tampoco el principio. Entonces no fue NECESARIO perderla, quizá sólo haya acontecido, pero no necesariamente, sino que puede tratarse de una vuelta más del espiral.

Hay una esperanza: no había que perderla (¿a la protagonista o a la esperanza?).

Y por eso es una Odisea, afirma Borges, desde mis entrañas. No puedo hacer otra cosa que llorar, no sé si profundamente, o simplemente llorar en la superficie, pero tengo muchas esperanzas que el llanto, al ser de agua, me traiga nuevamente a mi Tsunami-Chic que es mar. Pronto observo a Borges ahogándose en el mar de mis lágrimas y mi brazo es demasiado corto como para ayudarlo a salvar su vida, sin embargo, atino a recordar que ya estaba muerto, Borges, no yo, entonces la circularidad del tiempo se instala como salvavidas, pues, al estar muerto, no necesito ya salvarlo. Y no solo eso, sino que además puedo darme yo también por muerto, y jugar el papel de Medium entre mi espíritu y este mundo cotidiano, para encontrar al espíritu arremetedor, que todo lo inunda, de Tsunami.